Elkin Coll
La educación no solo incide en la productividad del capital humano, sino en las capacidades de desarrollo personal y las oportunidades de movilidad social. Por esto, en las últimas décadas, el Ministerio de Educación Nacional en Colombia ha logrado ampliar y robustecer la cobertura de educación en el territorio. A pesar de la expansión de la cobertura, se evidencian limitaciones como la deserción, repitencia, falencias en la cobertura de educación inicial y déficit en la oferta de educación de zonas rurales.
La deserción, como uno de los problemas de la cobertura, radica en el acceso desigual al sistema, donde se refuerzan las brechas socioeconómicas ya existentes en la sociedad colombiana. Esto se refleja particularmente en las diferencias del propio sistema de educación en zonas urbanas y rurales, donde se presentan mayores dificultades para garantizar el derecho a acceder a una educación a raíz de problemas de escasez e ingresos económicos. Esto también se evidencia en la nula o deficiente educación inicial en niños y niñas de entre 0 y 5 años, siendo el nivel educativo más importante a la hora del desarrollo de habilidades y competencias socioemocionales para el desempeño positivo en futuras actividades académicas. Otra consecuencia directa se encuentra en la extraedad, que se relaciona con la repitencia en los planteles educativo y se traduce en cursar grados académicos con edades no “adecuadas” a la debida.
Para la educación preescolar, básica y media, se repiten los flagelos anteriormente expuestos; pero con la variable de que la inasistencia del estudiante, la educación de los padres y la calidad de los maestros son parte fundamental en estos niveles de educación. Es importante destacar que, existe una correlación entre la inversión en educación y el resultado de pruebas que evalúan el desempeño de los estudiantes; la continua formación y oportuno desarrollo profesional de los docentes; las pruebas de selección de docentes competitivos; y la relación docente-estudiante con enfoque en el desarrollo de tutorías efectivas, elementos que tienen un impacto positivo y elevada relación costo-beneficio para una educación de calidad. Es oportuno mencionar que las escuelas normales y facultades de licenciaturas son herramientas que garantizan la concreta ejecución de estos factores.
La educación superior por su parte ha demostrado que los mayores retornos a este nivel se obtienen en instituciones y programas acreditados basados en competencias y contenidos acordes a tendencias globales, por lo cual, es beneficioso fortalecer los sistemas internos de aseguramiento de calidad en las instituciones de educación superior.
Partiendo de lo anterior, es necesario plantear una estrategia para mejorar el sistema educativo, tanto en sus niveles de formación inicial, básica y media, como en la educación superior y formación para el trabajo, enfocada en la pertinencia de la educación. Esta pertinencia se refiere a la oportuna atención integral para el desarrollo de habilidades cognitivas y funcionales.
El actual Gobierno ha propuesto cuatro pilares para trabajar, los cuales son: educación superior, educación básica de calidad, alimentación escolar y educación para la paz y la convivencia. Dichos pilares, deben ir acompañados por recomendaciones como mejorar y materializar la formación en habilidades socioemocionales en la cobertura de la educación inicial, invirtiendo en infraestructura y capital humano representado en docentes; el desarrollo de habilidades cognitivas y una constante evaluación de la calidad docente, recuperando a la evaluación como instrumento esencial para la planificación educativa en pro de la calidad; y el aumento de la formación y cobertura técnica y tecnológica para las tendencias globales enfocadas al trabajo y emprendimientos.
Finalmente, es menester aportarle a un sistema educativo de forma integral que beneficie el desarrollo humano y la creación de conocimiento de estudiantes y docentes.
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