Farid Stemberg Parra Caro

Fuente: Uniandes https://uniandes.edu.co/sites/default/files/referendo-n.jpg
INTRODUCCIÓN
El conflicto no solo es una teoría de interacción social y de construcción sociológica, sino a su vez es una realidad de la cotidianidad colombiana, la cual ha sido indiferente con sus afectados, empero
existen diferentes mecanismos de protección y garantía, así como de socialización que buscan llegar a acuerdos o a medidas de cese de este en pro de la construcción del tejido social.
Sin embargo, la realidad política y su polarización han llevado consigo una afectación a la democracia en el territorio colombiano, un claro ejemplo de ello es lo sucedido con las campañas del “si” y el “no” ocurridas debido al plebiscito por la paz en el año 2016.
Es así, como un mecanismo de consulta y de participación, se convierte en un descontento social, sumado al desconocimiento y apatía por conocer los procesos que se llevan a cabo, que deslegitiman a las instituciones de una manera desmedida y consecuencial, afectando a su vez a la democracia de todo un territorio nacional, como lo veremos a continuación.
Panorama conceptual y social
El panorama normativo y jurídico, así como el social en el territorio nacional, nos permite traer a colación diferentes conceptos o categorías, que si bien en un principio, no son de conocimiento público, son la clara definición de diferentes fenómenos por los cuales desde una perspectiva socio jurídica afronta el país.
El primero de ellos es instrumentalización de las categorías conceptuales como mecanismo de control social, como se vio reflejado previo al plebiscito, el cual será estudiado en acápites posteriores. Otr
o de los conceptos es la democracia, la cual “es una “forma de gobierno”” (Ocampo, 2001, p. 59) que busca una distribución del poder en la sociedad y mediante unos representantes que propenden por los intereses y realidades de esta.
A su vez, encontramos que esa democracia se relaciona con determinadas figuras, las cuales presuponen su materialización, como sucede con la democracia representativa, la cual es la manera por la cual se le faculta a un político (nuestro representante) para que tome decisiones en favor de todos y todas en determinado territorio o con determinado alcance, ahora, “la cuestión de la representación radica en saber por qué los gobernantes, equipados con tales poderes, habrían de actuar en beneficio del interés de otros, de los ciudadanos, o al menos de cierta mayoría de ellos” (Przeworski, 1998, p. 7) y aunque la respuesta se simplifique en que su función no es otra, sino el velar por los intereses de la población, se ve permeada de cuestionamientos y realidades como la colombiana.
Esa realidad, nos lleva al escenario de la demagogia punitiva o el discurso fundamentado en la misma, el cual es “un discurso y una práctica que privilegia las medidas efectistas y de "mano dura"” (Arias & Jiménez, 2011, p. 40), o que también se nutre en alentar iniciativas que terminan siendo a veces oportunistas para determinado grupo político y que en otras palabras se convierten en un i
nstrumento de campaña política.
Plebiscito por la paz y el conflicto entre lo democrático
En “septiembre de 2016, tras varios años de negociaciones, el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) firmaron acuerdos de paz” (Botero, p. 370), en donde en la implementación de este se contempla un mecanismo de participación ciudadana (el plebiscito) para aprobar o desaprobar esos acuerdos.
El plebiscito hacía una pregunta: “¿Apoya usted el acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una
Paz Estable y Duradera?” y como opción de respuesta se limitaba al sí o al no (dada la finalidad del mecanismo), en donde para el 2 de octubre del mismo año “Colombia y el mundo se sorprendieron cuando el 2 de octubre el No (rechazo) superó al Sí (apoyo)” (Botero, p. 370).
Indicando entonces, a un panorama internacional que no se quería implementar ese acuerdo de paz, aunque no era del todo cierto, dado que la polarización política y diferentes referentes de partidos políticos, crearon y promulgaron discursos que imposibilitaba una divulgación efectiva de los acuerdos, así como de un diálogo racional entre lo que se buscaba y la finalidad del instrumento jurídico, realmente se quería una paz, pero “no de esa manera”.
Los discursos de odio, sumado a “las intervenciones del gobierno nacional y del partido político Centro Democrático sobre el proceso de paz en curso” (Zuleta & Álvarez, 2018, p. 50), generaron una incertidumbre social y jurídica en todo el territorio nacional, esto porque deslegitimaban actuaciones que eran reflejo de la democracia representativa y que a su vez se convertían en desconocimiento y en información instrumentalizada en cada sector político, queriendo decir entonces que se convierte y se refleja esa demagogia punitiva.
Sin embargo, esa decisión trascendental de consulta (plebiscito), pasó a un segundo plano, cuando realmente se ponde
ró la necesidad de la implementación de los acuerdos de paz con una opinión popular, que podría estar viciada y politizada (lo cual era totalmente cierta). Siendo objeto de reforma de algunos apartados y pasando a ser reevaluado, para posteriormente ser aprobado por el Poder Legislativo de nuestro país (aunque en un principio no se permitiera por los opositores), quienes estaban facultados legalmente para esa función.
El argumento central, se basó en que, al ser el Congreso de la República de Colombia, elegida por voto popular, podría en representación del pueblo analizar la nueva propuesta y aprobarla, definiéndola como muchos medios e incluso en su momento Juan Manuel Santos (presidente para el 2016), un plebiscito indirecto o refrendación popular indirecta.
Es así, como luego del proceso de votación en el Congreso de la República se aprobó el acuerdo para la paz y la terminación del conflicto con las FARC, dejando sin efecto (de una u otra forma) el plebiscito nacional.
CONCLUSIONES
En un primer momento, encontramos que el plebiscito para la paz se convirtió en una instrumentalización de cie
rtos partidos políticos para generar temor y terror en la sociedad y esto solo fue posible dado el desconocimiento del mismo acuerdo, ya que, en su mayoría, los votantes no conocían el acuerdo y no lo habían leído.
Así mismo, encontramos que la politización abonada de demagogia punitiva se ha convertido en una amenaza para los valores y/o cimientos de la democracia, que no son otros que ese bien común y bienestar social, abonado a el cuestionamiento sobre la necesidad e implementación de acuerdos como el de la paz, la cual no solo buscó terminar un conflicto, sino negociar una tranquilidad para con los y las afectadas.
REFERENCIAS
Arias Aróstegui, E., & Jiménez Guzmán, A. (2011). Informe anual 2011 sobre seguridad ciudadana: una nueva oportunidad para enfrentar la inseguridad sin demagogia punitiva.
Botero, S. (2017). El plebiscito y los desafíos políticos de consolidar la paz negociada en Colombia. Revista de ciencia
política (Santiago), 37(2), 369-388.
OCAMPO, E. J. M. (2001). GOBERNABILIDAD Y DEMOCRACIA.
Przeworski, A. (1998). Democracia y representación. Revista del clad Reforma y Democracia, 10, 7-32.
Zuleta, L. M. C., & Álvarez, C. A. L. (2018, July). La retórica del miedo como estrategia política. El plebiscito por la paz en Colombia. In Forum. Revista Departamento de Ciencia Política (No. 14, pp. 43-68).
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